"Lo de presidencial es el nombre del modelo, nada más", aclararon los empleados de la fábrica de muebles donde sucedió el robo. "Pero no quiere decir que sea el sillón del presidente, que quede claro", explicaron.
Al parecer, los desesperados militantes de un partido con poquísima chance electoral, consideraron que la única forma de poner a su candidato en el sillón presidencial era, simplemente, afanando el sillón y haciéndoselo llegar.
"Mire lo que le conseguimos, jefe", habrían dicho alegremente al entregárselo al candidato. Pero el hombre no los escuchó. Estaba mirando encuestas y llorando a moco tendido.
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