Un jovencito de quince años se confesó asombrado al saber que hace diez que practica el bullying.
"Soy un precursor, soy un precursor", gritaba contento, mientras golpeaba la cabeza de un compañerito de clase con una regla.
Mientras el profesor de historia leía el diario ("es lo único que leo, no me molesten", declaró), el chico abusivo reflexionaba en voz alta sobre el bullying. "Está buenísimo, me levanta el ánimo", confesó mientras pinchaba con un compás la oreja de otro muchacho.
Al tiempo que hurgaba la mochila de un compañero en busca de su almuerzo, el chico recordó cómo comenzó su carrera de abusador. "Le afané un biberón a alguien en la guardería", explicó. "Y a partir de allí no paré más".
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